Estimado editor:
A la luz del renovado énfasis en reactivar la agricultura en la isla, es importante también darse cuenta de que sin medidas de conservación para proteger nuestros recursos naturales, esta ambición puede ser sólo una quimera si continuamos por el camino actual. Como pequeño Estado insular en desarrollo, los esfuerzos de St. Maarten por lograr la autosuficiencia y la seguridad alimentaria mediante el desarrollo agrícola son vitales, especialmente dada la vulnerabilidad de nuestra isla a las perturbaciones externas impulsadas por el cambio climático.
Sin embargo, si bien estos avances son prometedores, es esencial reconocer que cualquier reactivación agrícola seguirá siendo insostenible a menos que esté firmemente basados en la protección y restauración de nuestros ecosistemas terrestres y que ahora es el momento de asumir un papel de liderazgo en la defensa de las prácticas de conservación, ya que esto sentaría las bases para una agricultura sostenible y la seguridad alimentaria de nuestro país.
Muchos ejemplos exitosos de otros estados insulares nos muestran que la agricultura y la conservación ambiental deben ir de la mano para que haya un progreso real. Tomemos el caso de Cuba, donde, tras el colapso del comercio a principios de los años 1990, la isla adoptó prácticas agrícolas agroecológicas que integraron la conservación de la biodiversidad en sus sistemas agrícolas. Al proteger los ecosistemas naturales y utilizar métodos de cultivo orgánico, Cuba no sólo estabilizó su producción de alimentos, sino que también se convirtió en un líder mundial en agricultura sostenible. De manera similar, Fiji ha implementado programas comunitarios de conservación forestal que no sólo preservan la biodiversidad, sino que mejoran la calidad del suelo y el agua, esenciales para la productividad agrícola.
Estos ejemplos ofrecen lecciones valiosas para San Martín: cuando protegemos nuestros recursos naturales, la agricultura florece de una manera que beneficia tanto al medio ambiente como a la seguridad alimentaria.
La conservación terrestre no es simplemente una cuestión ambiental, es la columna vertebral de cualquier ambición agrícola. Los ecosistemas saludables proporcionan los servicios críticos de los que depende la agricultura: fertilidad del suelo, gestión del agua y control natural de plagas. Los bosques y la vegetación nativa contribuyen a la salud del suelo al prevenir la erosión, mejorar la retención de agua y facilitar el ciclo de nutrientes. Si nuestros bosques continúan degradándose, St. Maarten enfrentará graves desafíos para mantener la fertilidad del suelo necesaria para una agricultura productiva. Además, los ecosistemas terrestres desempeñan un papel fundamental en la regulación de los sistemas hídricos. Los bosques y los paisajes saludables garantizan que las precipitaciones se absorban y liberen lentamente, lo que reduce el riesgo de sequías e inundaciones.
La agricultura no puede prosperar sin un suministro de agua fiable y constante, y no hemos hecho un trabajo excelente para garantizar que nuestro suministro de agua dulce (y sí, tenemos un suministro de agua dulce, basta con mirar nuestros pozos) se gestione y conserve de manera adecuada.
La biodiversidad, incluidas las aves, los insectos y otros animales salvajes autóctonos, también respalda la agricultura al promover la polinización y el control natural de plagas. Al dañar estos ecosistemas mediante la deforestación o la expansión urbana, no solo reducimos la productividad agrícola, sino que la hacemos más costosa y dependiente de los productos químicos. Además, la creciente amenaza de las especies invasoras es un problema acuciante en San Martín. Las plantas y los animales invasores, a menudo introducidos a través de la actividad humana, desplazan a las especies nativas y alteran los ecosistemas críticos para el éxito agrícola. Si las especies invasoras continúan propagándose sin control, degradarán aún más el paisaje natural y amenazarán tanto la biodiversidad como la agricultura. La inversión en conservación terrestre, incluida la gestión de especies invasoras, es una defensa necesaria para garantizar la resiliencia agrícola. Ya podemos ver el impacto que han tenido las poblaciones invasoras de monos e iguanas en nuestras incipientes iniciativas agrícolas.
Si la degradación ambiental actual continúa, cualquier discurso sobre la reactivación de la agricultura en St. Maarten será poco realista. No podemos permitirnos pasar por alto el hecho de que la agricultura y la conservación están inextricablemente vinculadas. Consideremos el caso de Haití, donde la deforestación extensiva a lo largo de los años ha provocado erosión del suelo, pérdida de biodiversidad y una grave disminución de la productividad agrícola. Por otro lado, la República Dominicana, que comparte la misma isla de La Española, ha invertido en iniciativas de reforestación y conservación, lo que le ha permitido mantener una productividad agrícola más sólida. Los resultados contrastantes de estos dos países ponen de relieve lo fundamental que es la protección ambiental para la agricultura sostenible.
La visión actual de reactivar la agricultura en St. Maarten es encomiable y necesaria, pero debe basarse en un marco más amplio de sostenibilidad ambiental. Cualquier política agrícola que no priorice la salud de nuestros ecosistemas naturales está destinada al fracaso a largo plazo.
La protección y restauración de los hábitats terrestres no es sólo una manera de mejorar la agricultura, sino también un medio para garantizar la seguridad alimentaria, reducir la vulnerabilidad al cambio climático y promover una isla más saludable y resiliente.
Nuestros líderes tienen un papel fundamental que desempeñar en el apoyo a estos esfuerzos mediante la promoción de prácticas de conservación mediante el establecimiento del primer parque natural protegido en tierra. Esto protegería la biodiversidad, promovería la restauración del ecosistema y proporcionaría una base para que prospere la agricultura sostenible. Además, el Parlamento debería actuar convirtiendo la política de laderas existente en una legislación de conservación formal para proteger las áreas forestales restantes de St. Maarten. La conservación de las laderas es crucial para mantener el ciclo natural del agua, prevenir la erosión y preservar los hábitats de los que dependen la vida silvestre local y los sistemas agrícolas.
Otra acción clave tanto para el gobierno como para el Parlamento sería aprobar finalmente los planes de zonificación y garantizar que todos los nuevos proyectos de desarrollo se sometan a rigurosas evaluaciones de impacto ambiental y social. Estas evaluaciones son vitales para identificar los posibles impactos negativos de los cambios en el uso de la tierra y para desarrollar estrategias para mitigar esos impactos. La aprobación y aplicación de normas de zonificación, especialmente las destinadas a proteger las áreas naturales, creará un enfoque más equilibrado del desarrollo que respete las limitaciones ambientales de la isla y fomente al mismo tiempo un crecimiento agrícola responsable.
La noticia de los avances en la agricultura es importante para St. Maarten, pero debemos asegurarnos de que se construya sobre la base sólida de la conservación terrestre. Sin la protección del medio ambiente, las iniciativas agrícolas serán insostenibles, lo que dejará a nuestra isla aún más vulnerable a las presiones ambientales y económicas. El verdadero progreso requiere un equilibrio entre la agricultura y la naturaleza; solo así podrá St. Maarten crecer y prosperar en armonía con su medio ambiente. Es hora de que tanto el gobierno como el Parlamento asuman el liderazgo para hacer de la sostenibilidad ambiental una parte fundamental del futuro agrícola de nuestra isla.