PHILIPSBURG, Sint Maarten – Al hacer una pausa para reflexionar sobre los aniversarios de los huracanes Louis e Irma, les pido que no solo recuerden el daño catastrófico a nuestra hermosa isla de Sint Maarten, sino que también se centren en la salud mental de nuestra gente. Sint Maarten ha experimentado algunos de los huracanes más catastróficos y sí, somos conocidos por ser resilientes. Sin embargo, es importante reconocer el costo que estos desastres han tenido en nuestra comunidad.
En los últimos siete años, hemos experimentado no solo la fuerza destructiva de huracanes como Irma, sino también el impacto generalizado de la pandemia de COVID-19. Estos eventos no solo han dañado nuestros hogares e infraestructura, sino también nuestra salud mental. Nuestros padres, nosotros mismos y nuestros hijos hemos soportado una gran cantidad de stress y trauma.
Si bien a menudo se dice que somos un pueblo resiliente, la resiliencia no significa que no nos afecte. La salud mental de nuestra sociedad está sufriendo. Observamos esto en nuestros niveles elevados de ansiedad y estrés, en las personas que explotan por cuestiones menores y en los crecientes casos de violencia y problemas de salud mental. Trágicamente, también hemos visto un aumento en los casos de suicidio.
Creo que ya es hora de que, como comunidad y como Gobierno, prioricemos la salud mental. Es crucial brindar apoyo a todos, especialmente a nuestros trabajadores de primera línea que a menudo son los primeros en lidiar con las consecuencias de los desastres, a nuestros maestros que dan forma a las mentes de nuestro futuro, y a nuestros niños y nuestros adultos mayores que son los más vulnerables.
La salud mental no debería ser un tema de vergüenza o miedo. Así como reconstruimos nuestra infraestructura física después de un huracán, también debemos reconstruir nuestro bienestar emocional y psicológico. Al brindar servicios de salud mental adecuados, crear conciencia y alentar conversaciones abiertas, podemos fomentar una sociedad más saludable y feliz.
Reconocer y abordar las necesidades de salud mental de nuestra gente no es solo una responsabilidad sino una necesidad. Aprovechemos esta oportunidad para unirnos y apoyarnos unos a otros, garantizando que nuestra comunidad siga siendo no sólo resiliente sino también mentalmente fuerte y compasiva.